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Escápate a Miranda del Castañar



DE LOS PUEBLOS MÁS BONITOS DE ESPAÑA
Miranda del Castañar


En el corazón de la Sierra de Francia (Salamanca), cuenta con una meritoria arquitectura, castillo, iglesia y judería. Se trata de uno de los pocos pueblos que conserva toda su muralla intacta y completa, con sus cuatro puertas orientadas a los puntos cardinales. Pasear por el casco histórico de este pueblo de apenas medio millar de habitantes y declarado Bien de Interés Cultural anima a zambullirse en el pasado.



El paisaje urbano de Miranda del Castañar envuelve a todo aquel que lo visita en un conjunto de aire medieval, compuesto por construcciones populares de mampostería y madera, típicas de la sierra de Salamanca. Cuenta, además, con la plaza de toros más antigua de España.



El viajero recorrerá con placer la puerta de San Ginés, la vieja alhóndiga y la calle Larga mientras observa las antiguas casas blasonadas construidas con piedra de sillería (más de 80), la cárcel y los palacios, así como los adarves de la muralla (siglo XI) desde los que se disfrutan hermosas vistas de la sierra.



De entre los edificios de corte eclesiástico, destaca la ermita de Nuestra Señora de la Virgen de la Cuesta, que permite disfrutar de unas vistas espectaculares hacia la Peña de Francia. Por su parte, el conjunto que forman la Plaza de Armas y el castillo, del siglo XIV, merecen ser visitados por el viajero.




La fortaleza de los Zúñiga o los condes de Miranda del Castañar es una de las mejor conservadas de la provincia de Salamanca, y se distribuye a lo largo de una planta de trapecio irregular, con cubos en los ángulos, donde hoy se abren ventanas geminadas.

La sede hoy del Ayuntamiento era la antigua Alhóndiga o sitio real donde se pesaba, compraba, vendía y almacenaba el grano de los vecinos y labradores con los pesos y medidas del rey y cuyo fin era socorrer a los mismos en épocas de escasez. Patrimonio que se debe conservar.



A principios de febrero Miranda del Castañar celebra la fiesta de las Águedas. Tras la procesión con la imagen de la santa, las águedas bailan la bandera colocando el pie sobre el marido o un familiar varón que, echado en el suelo, les rinde pleitesía sin que tan vejatoria ceremonia concite la protesta de colectivo alguno.









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